Para lo que vivimos en una ciudad de mediano tamaño, cada mañana nos apuramos a encender nuestros equipos electrónicos para ver qué noticias hay de la familia, de la política, de la economía, de los buenos días que te llegaron, de los mitotes de las vidas ajenas, de la pandemia, del resultado del deporte que se jugó anoche, de los muertos que amanecieron hoy, los likes que se sumaron en nuestro sitio, los acontecimientos mundiales, de las oraciones que nos dirigieron y los mensajes de buena voluntad de los demás. Y empezamos a definir prioridades.